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El sueño, ese santuario de descanso, se erige como el guardián de nuestra salud. Establecer rituales antes de dormir, crear un ambiente propicio para el sueño y desconectar de las pantallas electrónicas se convierten en prácticas que preparan el terreno para noches reparadoras.
La práctica de mindfulness, la atención plena al momento presente, se convierte en la brújula que guía nuestro día. A través de la meditación y la observación consciente, aprendemos a saborear cada instante, liberándonos de las cargas mentales y sumergiéndonos en la riqueza de la experiencia presente.